Mi brújula y mi isla
Apasionarme poco a poco de ti;
tú, barriendo ese follaje de otoño
que en mi corazón se amontonaba;
tú, dejándome evadir de un eco de culpabilidad:
ella, mi defectuoso amor, mi forzada felicidad;
tú, regando ciertas imborrables lágrimas mías:
esos sueños que se dormían sin descanso;
tú, recordando mi única y grande tristeza:
no oír el silbato de ese tren donde tú viajabas
y tú, enredando a mi dolor tu simple olor:
consumiendo todas mis inútiles precariedades;
siendo tú mi brújula, mi estrella polar, de océanos y desiertos
siendo tú mi isla que me protege de un otoño siempre juvenil
dejes que navegue por la juventud sin que la vejez reste su plenitud.
Tú sabes, yo te he acogido:
a veces como madera
para construir mi balsa y navegar lejos de ojos distantes;
a veces como calor
para alejar el frío de un amor tan estéril de brillante pasión;
a veces como ceniza
para dar, al fuego arrugado de mi pasado,
otra hoguera donde calentar esa llama ya rota;
siendo tú mi brújula, mi estrella polar, que me aleja de mi norte
siendo tú mi isla, la tierra única firme de mis sueños
dejes que navegue por el amor sin que mi corazón sufra ningún desamor.
Viéndote poco a poco dentro de mí,
aceptando cuanto árida fuera mi rima,
reconociendo cuanto vacío fuera mi nido;
creando así un hueco donde tú y yo
pudiéramos fijar nuestras raíces,
donde tu pecho no fuera deshabitado de mis ojos
donde mi alma fuera la única ubicación para la tuya
dejando que nuestra distancia fuera únicamente
un cruel páramo de mi mente
y no, una piedra andante y persistente en tu corazón;
siendo tú mi brújula, que me deja volver a mi oceánico diurno
siendo tú mi isla que me deja salir buscando nuevos horizontes
dejes que navegue por la suerte sin que mi vida deje huellas a mi muerte.
